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El objetivo final del tratamiento es conseguir la remisión absoluta, con ello nos referimos a una situación en la que no exista evidencia alguna de la enfermedad y que el paciente recupere un estado de buena salud. En casos leucemia aguda, una remisión completa que permanezca durante los cinco años siguientes al tratamiento, generalmente supondrá la desaparición de la enfermedad. Los centros de tratamiento indican un incremento en el número de personas que han logrado la remisión completa tras cinco años de tratamiento. Los tratamientos más típicos utilizados para combatir la leucemia son la quimioterapia y la radiación. La quimioterapia supone la eliminación de células anormales de la sangre mediante la inyección de drogas. Sin embargo, la quimioterapia no es selectiva por lo que también elimina las células buenas (ver “efectos secundarios” más abajo). Por ello, el paciente normalmente recibirá transfusiones de sangre como complemento a la terapia. También se utilizarán antibióticos para evitar o eliminar posibles infecciones. La radiación supone el uso de radiación iónica para romper las células malas. En muchos casos hará falta un trasplante de médula ósea para curar la leucemia. El trasplante consiste de una fuerte quimioterapia o radiación dirigida a erradicar la producción natural de células sanguíneas por el cuerpo, eliminando la enfermedad y seguido de una infusión de nuevas células madre para resumir las funciones normales de la médula. El procedimiento puede durar unos cuantos meses durante los cuales el paciente debe permanecer en aislamiento para prevenir infecciones mortales. Cuando la infusión de células madre provienen del propio paciente, estamos ante un trasplante autólogo. Si las células madre provienen de un donante, el trasplante se denomina alogénico. La continua investigación y desarrollo está llevando a una mejora de las drogas que en algunos casos pueden llevar a la curar la enfermedad sin la necesidad de un trasplante de médula

Efectos secundarios de la quimioterapia

No sólo las células malas son sensibles a la quimioterapia, sino también las células sanas. Esto significa que la quimioterapia tiene ciertos efectos secundarios que incluyen la deficiencia del sistema inmune, anemia, bajo nivel de plaquetas, pérdida de pelo, náuseas, diarrea, hemorroides, mucositis, y esterilidad temporánea. Los efectos secundarios dependen del tipo de droga utilizada, de la dosis y de las condiciones del paciente. Ciertas drogas pueden tener ciertos efectos específicos en el hígado, corazón o los pulmones, por lo que es importante hacer controles con regularidad antes, durante y después de la terapia. Los efectos secundarios no deberían de durar demasiado tiempo ya que las células normales tienden a reformarse después del final de la quimioterapia. Es posible limitar ciertos efectos secundarios (ej. las náuseas) con el uso de ciertas provisiones.

Cómo comportarse durante la quimioterapia

A. Dieta: una dieta equilibrada es imprescindible para asegurar un adecuado número de calorías y evitar la pérdida de peso. En caso de náuseas deberías de dirigirte a tu médico. En caso de pérdida del apetito puede ayudar el comer menos cantidades de comida pero más a menudo al día. Comer más a las horas del día en que uno se siente más fuerte, como en el desayuno. Comer cada pocas horas, antes de tener hambre, puede también ayudar con las náuseas ya que los retortijones de hambre pueden empeorar las náuseas. También es importante beber mucha agua y zumos para ayudar al cuerpo eliminar las toxinas de la quimioterapia. Tu médico debe aclararte si puedes beber cerveza o vino.

B. Higiene: Lavarse las manos a menudo reduce las posibilidades de contraer infecciones, mientras que una correcta higiene oral previene la mucositis.

C. Aspectos psicológicos: Si notas cambios en tu cuerpo o humor no te asustes. Habla con tu médico de ello.

D. Sexo: Es posible tener relaciones sexuales durante la quimioterapia siempre y cuando se ultimen todas las medidas de protección para evitar contraer infecciones, así como evitar hacer daño al feto.

E. Uso de otros medicamentos: Siempre recurre a tu médico para asegurar la compatibilidad y evitar interacciones.

F. Trabajo: Es posible continuar trabajando y estudiando si tu cuerpo te lo permite, pero siempre ten en mente que la mayor prioridad es combatir la leucemia, y puedes necesitar más reposo que de costumbre.

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